jueves, 12 de noviembre de 2009

SE ME FUE UNA DE MIS MUJERES


Hoy debo dedicar mis líneas a una gran señora, a mi abuela materna Doña Amira Teresa Saldivia de Collantes, que falleció el día de ayer 11 de noviembre de 2009, a la edad de 81 años, un perdida lamentable para toda la familia, es muy común escuchar que la gente alrededor nos digan que son los designios de Dios y que hay que aceptar y resignarse, pero estos deseos no evitan el dolor, las lágrimas, la impotencia y ese sabor amargo y vacío que deja la desaparición física de un ser querido, mi abuela sobrevivió a muchas cosas durante sus 81 años, la pérdida de su esposo, la pérdida de sus padres, hermanos, amigos, y lo que es peor para toda madre, sobrevivió a la pérdida de su propio hijo hace más de 6 años, es valorable que ella nunca decayó, con su tenacidad y fortaleza supo salir airosa de estas depresiones. Yo hoy me encuentro a miles de kilometro de su cuerpo, he rezado, llorado, y pidiéndole a Dios que me la tenga en su santa gloria, y nada calma este sentimiento de culpa de no poder estar allá dándole apoyo a mi mamá, a mis tías y tíos, a mis hermanos y mis primos, de sus 18 nietos, soy la única que no la verá por razones ajenas a mi voluntad, pero en espíritu estoy con ella. Ahora sólo me queda recordarla con cariño y con mucho orgullo, y con la certeza que desde donde esté está contenta de reunirse con mi abuelo, sus hermanos, sus papas y sobre todo con su hijo – mi tío Armando- Mi abuela es la segunda muerte cercana que ha mis 29 años he tenido que soportar, y es muy dura porque fue imprevista lo que la hace más tormentosa. Yo crecí si la imagen ni el cariño de mis abuelos, porque ambos murieron antes de ver a sus nietos, por lo que mis abuelas representaban ambos lazos, hoy no sólo siento que perdía a mi abuela sino consigo se llevo a mi abuelo.
Siempre me he parecido a mi abuela, en lo cerrada que somos al demostrar afecto a los demás, en no comer sobre un plato que tenga residuo de otra comida, ni comer la sobras de los demás, de estar pendiente que otros coman, siempre nos decía que a la visita nunca se le debo ofrecer café o té simplemente se le sirve y ella-visita- decida si la acepta o no. Hoy trato de imaginar su sepelio en el pueblo de Guarico, la cantidad de personas amigas, curiosos y familiares, mi abuela desde el 01 de octubre 1928 nació, creció, se casó, procreó y murió en ese pueblito, al que tantas veces me negué de ir, porque me parecía aburrido y hoy es el único lugar en el mundo donde quisiera estar.
Abuela bendición, sólo te pido que nos des parte de tu valor para soportar este inmenso dolor.
Te querré por siempre
Eukarys J. Graterol Collantes.

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